Hay momentos en que nos es difícil expresar lo que nos pasa, lo que sentimos, lo que nos mueve por dentro y genera tormentas. Muchos han sido las ocaciones que de manera poco casual, llegó a mis manos textos de autores, que han escrito sucesos, como si yo se los hubiera contado al oído y ellos perfectamente interpretado. Sé que no es así. Simplemente ellos lo vivieron mucho antes que yo y ahora me toca a mi no solo entendero, Sentirlo.
Aquí va algo de alguien que me acompaña siempre.
La pequeña muerte.
No nos da risa el amor cuando nos llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman; pero muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.
Eduardo Galeano. El libro de los abrazos.
Deseando que muchos se descubran en este texto, aquí lo dejo. Para mi es simplemente brillante.