martes, 22 de febrero de 2011

Puertas.

























Puertas de Monschau. Verano 2010.

Las abriría a todas.

sábado, 5 de febrero de 2011

Maldad?

Luego de una animada, variada pero sobre todo intensa conversación quedó un tema rondando en mi mente.
¿Somos la mujeres realmente malas en comparación con los hombres?
Como mujer respondo que de alguna manera sí. ¿Porqué? Por que nos proyectamos siempre al futuro en cualquier situación, queremos transformar todo en eterno, queremos quedarnos con los que nos gusta, amamos, nos da placer.
El hombre en cambio vive mucho más en el presente. No se cuestiona en forma tediosa que pasará si...
En algunos casos llegan a ser hasta Naif frente a muchas mujeres calculadoras, que quieren ver solo los resultados, perdiendose del proceso para alcanzarlo.
Las mujeres somos más zorras, las hay de los dos tipos, me refiero aquí, de las que piensan más allá de los hechos, que preven tantas posiblidades que se pierden en sus propios cálculos.

Se puede decir tanto de este tema, pero en definitiva tantos unos como otros se pierden de mucho por razones distintas.

Luego con un ser maravilloso, mujer, esta vez, intercambiamos enfoques. Ella me confesaba que hace unos años su lista de pretenciones hacia un hombre era extensa. Un sin fin de cosas eran esperadas por ella. Hasta algunos malabares y algunas idioteces incluídas. Pero me reconocía que esa lista se había reducido mucho y que la primera en ser beneficiada, era a ella.
Mientras la escuchaba una sonrisa se dibujo en mi rostro que terminó en carcajada. Ella me interrogó con la mirada y le contesté el contenido de lo que sería mi lista.
Sólo dos puntos, fundamentales por cierto, son mis expectativas en un hombre, que sea bueno comunicando y haciendo el amor. Le argumenté a mi amiga que es la mejor manera de acceder al paraíso.
La risa ya fue complice, y un buen vino ayudó a desarrollar unas teorías que posiblemente del paraíso bajaríamos a una velocidad abrumadora al infierno...

jueves, 3 de febrero de 2011

Sin medida.


La vida no se mide por el número de veces que tomamos aliento, sino por los extraordinarios momentos que nos lo quitan.
George Carlin.