miércoles, 23 de diciembre de 2009

Estar.


En este tiempo, solemos tener la tendencia de pensar en todo lo que vamos a cambiar, lo que nos falta, lo que no logramos, de querer olvidar, de solo quedarnos con lo que nos gusta.
Sin olvidar la lista bien nutrida, de todo lo que nos haría falta para "estar bien".
Los invito a algo distinto. Los invito a ser completamente conscientes de que "estar" ya lo es todo.
Los invito a estar agradecidos por todo lo bueno y no tan bueno. Es buena parte de lo que somos.
Los invito a ser felices con lo que ya tenemos. Si hay salud y emociones tenemos ya la mejor parte, porque es lo que no se compra. Es fruto de lo que damos.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Susto.


Sí. Un gran susto.
A consecuencia de las temperaturas bajo cero, (hemos tenido hasta -13) y la nieve por dondequiera, el tráfico se ha transformado en una odisea.
Hoy, si bien no nieva más, la calles tienen una patina de hielo. Sobre el mediodía, para resolver algo para mi hijo mayor, salí a la aventura.
Doy gracias por estar escribiendo aquí y ahora. Fueron unos segundos que pensé que allí terminaba mi viaje. El hielo y el auto tomaron comando por esos instantes de mi vida.
Lo increíble fue, además de estar aquí, que es como cuentan, un millón de imágenes, pasan a la misma velocidad de los acontecimientos. Las imágenes que más se reiteraron en mi mente fueron las de mis hijos, una y otra vez. Veía sus caritas, la mirada profunda en los ojos verdes grisáceos de él y la fuerza contagiosa de los ojos de almendra de ella. Sentí el amor que hay cuando me buscan, cuando me confiesan, cuando les leo, cuando jugamos, hasta cuando los reto.
Al regresar a tierra firme, estar en casa. La tensión se liberó.
Aún me temblaban las piernas. Mi sentimiento más fuerte era la conciencia absoluta que estaba viva.
No es casualidad que la noche anterior, había visto la película, del libro que hacía ya años había leído de Paulo Coelho. Veronika decide morir. Si bien fue solo un intento en pinceladas del contenido de el libro. Fue lo que busqué al llegar. Estaba escondido en una de las bibliotecas. Lo tengo aquí, ahora, conmigo. No fue intento de suicidio lo mío. Pero hoy entiendo más aún el libro. Es querer "agarrarse" de la vida. Aferrarse.
Encontré algunas cosas marcadas por mí, en sus páginas, como esperando ser entendidas en su totalidad. Comprendí, que no nos permitimos muchas cosas en la vida porque hay mucho futuro y mucho pasado en juego. Sustituimos muchas emociones por el miedo. Dejamos que se nos escape entre los dedos el Hoy.
Pensé que mi vida estaba completa de locura, y la verdad que no he empezado aún. Hoy más que nunca estoy agradecida por tantas cosas. En especial por reafirmar la inquietud, las ganas, la impaciencia, las cosquillas por dentro de sentirme verdaderamente viva.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Dentista.


Mi amiga luego de su cita, pasó a visitarme. Para no perder la costumbre transformó algo tan normal como puede ser la visita al dentista en algo paradójico.
Así de simple fueron los sucesos. Cambio de amalgamas. Luego de todos las historias fantásticas que el odontólogo argumentó. Para ella, gracias a tener dientes muy sanos, sus visitas han sido solo de control. Por lo cual significó, por vez primera anestesia. El primer pinchazo. Nada agradable pero soportable. Espera de varios minutos dando tiempo a los efectos evidentes. Comienzan a trabajar, con los horrorosas máquinas vibradoras. Ups!!! Todos notan, en especial mi amiga, que no hay aún ningún tipo de efecto adormecedor. Dos pinchazos más. La odontóloga ligeramente nerviosa. Espera más de lo necesario para mayor seguridad. Continúa. Y para la sorpresa de todos... la anestesia no hizo nigún efecto!!! Mi amiga completamente dolorida de los tres pinchazos y de lo "poco" que habían realizado en su boca. No había otra posibilidad que terminar lo que estaba ya a medio camino. La dentista con ojos de ternero degollado, le explicó a mi amiga que no había otra alternativa que llevar a cabo el trabajo. Mi amiga me jura que parir duele menos, sentir que "juegan" con tus dientes vivos, con la máquinas morbosas, es un castigo.
La historia no termina allí, al ser tan alborotada la experiencia, solo se hizo lo imprescindible para dejar ir lo más pronto posible a la paciente y dejar recuperar a la odontóloga que a esa altura estaba su semblante en una palidez verdosa. La realidad era que de alguna manera había que terminar como se debe. Otra cita. Esta vez casi que todos los de la praxis, la esperaban solo a ella, y todos nerviosos. En esta oportunidad la jeringa la tomo un odontólogo, y por las dudas una anestesia para caballos, comenta mi amiga, porque esta vez si dieron en el nervio y lo durmieron. Tanto que pasaron casi seis horas para recuperar la mitad de su boca, labio y lengua.

Moraleja:
Mi amiga argumenta lo siguiente: Mi compañero me ha dicho luego de mi primera cita algo que me abrumó más que la propia sorpresa del dolor. " Tu estás demasiado viva para que te duerman!"
Es verdad. Porque el dolor fue insoportable, pero la sensación de estar dormida, de no sentir parte de mi, lo es aún peor. Hay dolores inevitables. Y el miedo a evitarlos no nos libera.
Mi amiga muy sonriente y vivaz me dijo clavando sus ojos en los míos: "El que quiera entender, que entienda."

viernes, 4 de diciembre de 2009

Anónimo.

De regreso. Muy comentado ha sido este, mi último viaje. Orgullosa de él estoy. Soy extremadamente consciente de que para algunas cosas hay solo que animarse. Yo me animo. Y nadie me quita lo bailado. Tengo capacidad para quedarme con la música que me hizo bailar. Hay momentos irrepetibles, que el alma espera la vida entera para vibrar de esa forma. He aprendido mucho. Dimensiones continúan abriéndose.
Hay un instante, que entre las calles de mi último destino, a modo de graffiti leí en un muro, lo ayudo a volar, compartiendolo.

No te tengo y
ya te lloro.
No te tengo y
me das.
No te tengo y
te siento.
No te tengo y
estás conmigo.
No te tengo y
Te Amo.


Anónimo.