miércoles, 22 de julio de 2009

martes, 14 de julio de 2009

Treinta.

Grandes preparativos. Una reunión muy particular. No me animo a decir fiesta. Si bien amistades de esa índole, solo merecen festejo. Creo que estuvieron todos. Nadie quería faltar a tal evento. Una oportunidad de reencuentro. La mejor manera para el recuerdo.

Treinta años hubieran sido. Si el del cumpleaños no hubiera faltado. Todos sabemos, en especial los presentes ese día, sus amigos, que él también festejó. Porque nunca se fue completamente de ellos. A cada uno de ese peculiar grupo de amigos, gracias! Saberlos reunidos, genera una emoción imposible de describir.

viernes, 10 de julio de 2009

Naranjas bajo el sol (III)

El respondió ante la pregunta, lo siguiente."Comer naranjas bajo el sol; estar en un día soleado en contacto con la naturaleza, la sensación del sol sobre mi piel, combinado con el aroma de la naranja, produce en mi interior un gran estado de emoción, que para mi, es felicidad"
Como buen ser humano complejo, esperé cualquier respuesta, menos esa. Siempre estamos preparados para lo rebuscado pero no para lo sencillo, por lo general son justamente las cosas simples las que nos desarman. Y la vida es completamente simple. De alguna manera, fue en aquel momento, un mensaje. La felicidad no está en las grandes cosas, está en los pequeños instantes que hacen los grandes momentos. Muchos de nosotros esperamos toda una vida para que llegue el "gran momento", que desperdicio de tiempo. Lejos de la verdad están aquellos que no comprenden y no aceptan que somos también creadores de felicidad. Animarse a ser feliz es todo un desafío. Por eso, tal vez, tuve una vez más tan presente a Sergio y su mensaje. Estoy en un momento que me animo a ser feliz. En todas sus dimensiones. Descubro zonas de mi interior, que no era consiente. Disfruto que así sea. Se ha abierto una puerta a un jardín interno, que encierra aún secretos por descubrir. Sé, lo que piensas. Que mantengo mi tendencia al drama. Una vez más, logro hacer un mundo con un grano de arena. Es verdad. No puedo evitarlo. Intento que muchos acontecimientos me pasen por el costado. No lo logro. Continua pasando todo por mi centro. Todo pasa y todo se queda en mi. Sin olvidar que no llegué al extremo de dramatizar en los padres que pierden a sus hijos, o en las parejas que no no logran concebir el hijo que tanto desean. Sé donde estoy, hoy. No quiero renunciar a lo que me está pasando y lo que estoy sintiendo.

Recibir un e-mail así en un día normal y sin aviso, no es cosa común que esté dento de la rutina esperada. Me sentí agradecida por recibirlo. Por tener esa oportunidad, de detenerme, en mi alocado día lleno de compromisos. Y no solo por ello. También me sentí elegida. Esta vez era yo quien recibía el mensaje. Me alegraba de darme cuenta que era lo suficientemente abierta y flexible como para recibirlo como mensaje. Confirmaba que estaba despierta en esta vida. Entendía lo que Laura me decía. Ser feliz, es individual. Cada uno tiene su manera particular de percibir los momentos, circunstancias, situaciones. En fin, la vida misma. Cada uno también, decide si es feliz o no. El
Le contesté a Laura. Le expliqué todo lo que me había significado leerla. Volver a sentirla a mi lado. Acortar distancias a veces tan eternas. Le respondí, diciéndole que lo mejor que podía hacer era, dejar todo lo que estaba haciendo, para dedicarle tiempo. Consideraba que era el mejor honor que podía hacerle. Le reconocí que continuaba adorando la profundidad compleja y limpia que mantenía. Tal vez compleja porque nos acostumbramos demasiado pronto a lo turbio. Olvidando la cantidad de luz que reside en lo transparente. La gama de colores existe en lo espontáneo y natural de cada uno Pero ante todas las cosas, le reconocí lo mucho que me había emocionado. Especialmente, porque elegía continuar creciendo y defender con todas sus fuerzas, su interior para no perderlo. Optaba por la aventura de jugarse todo. Por mantenerse fiel a así misma.

domingo, 5 de julio de 2009

Naranjas bajo el sol ( II )

Vivo mi condición de mujer, como nunca antes me animé a vivirla, afirmaba. Vivo mi sexualidad de forma explosiva y natural. Vivo con sed. Del otro. Sabiendo que el tiempo es dictador. Y los días pasan sin tregua. No hay regreso. No se recupera. El tiempo solo se detiene, si se tiene el valor de vivirlo con todas las letras. Con sus consecuencias incluidas. Me dejo atrapar por el erotismo más puro. Por su misterio. Por la sabiduría de lo natural. Por el lenguaje del alma. Vibrar de esa manera, transporta a lo infinito. Es absolutamente egoísta, de mi parte, agregaba Laura. Mi temor se centraba en perder todo ello. No estaba dispuesta a perderlo. No tenía la certeza de que fueran compatibles. Lo que para mi eran casi dos mundos polares. Mi audacia radicaba en permitirme vivir con y en el volcán de mis sentimientos y pasiones. En el grito de mi feminidad. En la autenticidad de mi identidad como mujer. Que luego de muchos años lograba interponerse a la identidad exclusiva de madre. Ahora había logrado con orgullo, ser madre, pero ante todas las cosas, recuperar es trozo de mi escondido y relegado. Ser Laura, mujer y madre. Un nuevo embarazo suponía para mi, comenzar de cero. Aterricé en un laberinto, interno y silencioso. Pensamientos,reflexiones, sentimientos, me taladraron sin piedad. Entre todos los tormentos que me sentí sometida, recordé un episodio compartido hace ya muchos años, por estos lares. En aquellos tiempos que todo parecía transcurrir con cierta suavidad. En donde las inquietudes, siguen siendo válidas pero no se comparan con las actuales.

¿Te acuerdas de aquel fin de semana en la costa? En la casa de Sergio. En que todos los presentes, comenzamos a teorizar que era la felicidad.
Recuerdas el silencio que se produjo cuando el mismo Sergio enunció su parecer. ¿Te acuerdas lo que dijo? Yo nunca puede olvidarlo. Menos en estos días.
Continuará...