lunes, 21 de diciembre de 2009

Susto.


Sí. Un gran susto.
A consecuencia de las temperaturas bajo cero, (hemos tenido hasta -13) y la nieve por dondequiera, el tráfico se ha transformado en una odisea.
Hoy, si bien no nieva más, la calles tienen una patina de hielo. Sobre el mediodía, para resolver algo para mi hijo mayor, salí a la aventura.
Doy gracias por estar escribiendo aquí y ahora. Fueron unos segundos que pensé que allí terminaba mi viaje. El hielo y el auto tomaron comando por esos instantes de mi vida.
Lo increíble fue, además de estar aquí, que es como cuentan, un millón de imágenes, pasan a la misma velocidad de los acontecimientos. Las imágenes que más se reiteraron en mi mente fueron las de mis hijos, una y otra vez. Veía sus caritas, la mirada profunda en los ojos verdes grisáceos de él y la fuerza contagiosa de los ojos de almendra de ella. Sentí el amor que hay cuando me buscan, cuando me confiesan, cuando les leo, cuando jugamos, hasta cuando los reto.
Al regresar a tierra firme, estar en casa. La tensión se liberó.
Aún me temblaban las piernas. Mi sentimiento más fuerte era la conciencia absoluta que estaba viva.
No es casualidad que la noche anterior, había visto la película, del libro que hacía ya años había leído de Paulo Coelho. Veronika decide morir. Si bien fue solo un intento en pinceladas del contenido de el libro. Fue lo que busqué al llegar. Estaba escondido en una de las bibliotecas. Lo tengo aquí, ahora, conmigo. No fue intento de suicidio lo mío. Pero hoy entiendo más aún el libro. Es querer "agarrarse" de la vida. Aferrarse.
Encontré algunas cosas marcadas por mí, en sus páginas, como esperando ser entendidas en su totalidad. Comprendí, que no nos permitimos muchas cosas en la vida porque hay mucho futuro y mucho pasado en juego. Sustituimos muchas emociones por el miedo. Dejamos que se nos escape entre los dedos el Hoy.
Pensé que mi vida estaba completa de locura, y la verdad que no he empezado aún. Hoy más que nunca estoy agradecida por tantas cosas. En especial por reafirmar la inquietud, las ganas, la impaciencia, las cosquillas por dentro de sentirme verdaderamente viva.

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