domingo, 5 de julio de 2009

Naranjas bajo el sol ( II )

Vivo mi condición de mujer, como nunca antes me animé a vivirla, afirmaba. Vivo mi sexualidad de forma explosiva y natural. Vivo con sed. Del otro. Sabiendo que el tiempo es dictador. Y los días pasan sin tregua. No hay regreso. No se recupera. El tiempo solo se detiene, si se tiene el valor de vivirlo con todas las letras. Con sus consecuencias incluidas. Me dejo atrapar por el erotismo más puro. Por su misterio. Por la sabiduría de lo natural. Por el lenguaje del alma. Vibrar de esa manera, transporta a lo infinito. Es absolutamente egoísta, de mi parte, agregaba Laura. Mi temor se centraba en perder todo ello. No estaba dispuesta a perderlo. No tenía la certeza de que fueran compatibles. Lo que para mi eran casi dos mundos polares. Mi audacia radicaba en permitirme vivir con y en el volcán de mis sentimientos y pasiones. En el grito de mi feminidad. En la autenticidad de mi identidad como mujer. Que luego de muchos años lograba interponerse a la identidad exclusiva de madre. Ahora había logrado con orgullo, ser madre, pero ante todas las cosas, recuperar es trozo de mi escondido y relegado. Ser Laura, mujer y madre. Un nuevo embarazo suponía para mi, comenzar de cero. Aterricé en un laberinto, interno y silencioso. Pensamientos,reflexiones, sentimientos, me taladraron sin piedad. Entre todos los tormentos que me sentí sometida, recordé un episodio compartido hace ya muchos años, por estos lares. En aquellos tiempos que todo parecía transcurrir con cierta suavidad. En donde las inquietudes, siguen siendo válidas pero no se comparan con las actuales.

¿Te acuerdas de aquel fin de semana en la costa? En la casa de Sergio. En que todos los presentes, comenzamos a teorizar que era la felicidad.
Recuerdas el silencio que se produjo cuando el mismo Sergio enunció su parecer. ¿Te acuerdas lo que dijo? Yo nunca puede olvidarlo. Menos en estos días.
Continuará...

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