viernes, 10 de julio de 2009

Naranjas bajo el sol (III)

El respondió ante la pregunta, lo siguiente."Comer naranjas bajo el sol; estar en un día soleado en contacto con la naturaleza, la sensación del sol sobre mi piel, combinado con el aroma de la naranja, produce en mi interior un gran estado de emoción, que para mi, es felicidad"
Como buen ser humano complejo, esperé cualquier respuesta, menos esa. Siempre estamos preparados para lo rebuscado pero no para lo sencillo, por lo general son justamente las cosas simples las que nos desarman. Y la vida es completamente simple. De alguna manera, fue en aquel momento, un mensaje. La felicidad no está en las grandes cosas, está en los pequeños instantes que hacen los grandes momentos. Muchos de nosotros esperamos toda una vida para que llegue el "gran momento", que desperdicio de tiempo. Lejos de la verdad están aquellos que no comprenden y no aceptan que somos también creadores de felicidad. Animarse a ser feliz es todo un desafío. Por eso, tal vez, tuve una vez más tan presente a Sergio y su mensaje. Estoy en un momento que me animo a ser feliz. En todas sus dimensiones. Descubro zonas de mi interior, que no era consiente. Disfruto que así sea. Se ha abierto una puerta a un jardín interno, que encierra aún secretos por descubrir. Sé, lo que piensas. Que mantengo mi tendencia al drama. Una vez más, logro hacer un mundo con un grano de arena. Es verdad. No puedo evitarlo. Intento que muchos acontecimientos me pasen por el costado. No lo logro. Continua pasando todo por mi centro. Todo pasa y todo se queda en mi. Sin olvidar que no llegué al extremo de dramatizar en los padres que pierden a sus hijos, o en las parejas que no no logran concebir el hijo que tanto desean. Sé donde estoy, hoy. No quiero renunciar a lo que me está pasando y lo que estoy sintiendo.

Recibir un e-mail así en un día normal y sin aviso, no es cosa común que esté dento de la rutina esperada. Me sentí agradecida por recibirlo. Por tener esa oportunidad, de detenerme, en mi alocado día lleno de compromisos. Y no solo por ello. También me sentí elegida. Esta vez era yo quien recibía el mensaje. Me alegraba de darme cuenta que era lo suficientemente abierta y flexible como para recibirlo como mensaje. Confirmaba que estaba despierta en esta vida. Entendía lo que Laura me decía. Ser feliz, es individual. Cada uno tiene su manera particular de percibir los momentos, circunstancias, situaciones. En fin, la vida misma. Cada uno también, decide si es feliz o no. El
Le contesté a Laura. Le expliqué todo lo que me había significado leerla. Volver a sentirla a mi lado. Acortar distancias a veces tan eternas. Le respondí, diciéndole que lo mejor que podía hacer era, dejar todo lo que estaba haciendo, para dedicarle tiempo. Consideraba que era el mejor honor que podía hacerle. Le reconocí que continuaba adorando la profundidad compleja y limpia que mantenía. Tal vez compleja porque nos acostumbramos demasiado pronto a lo turbio. Olvidando la cantidad de luz que reside en lo transparente. La gama de colores existe en lo espontáneo y natural de cada uno Pero ante todas las cosas, le reconocí lo mucho que me había emocionado. Especialmente, porque elegía continuar creciendo y defender con todas sus fuerzas, su interior para no perderlo. Optaba por la aventura de jugarse todo. Por mantenerse fiel a así misma.

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