miércoles, 25 de febrero de 2009

Carnaval.


Soy gran observadora. El carnaval es un deleite para esa cualidad. Me vuelvo a asombrar cada año de la transformación que se produce en todos los que deciden festejar. Es una manera de liberar increíble. Tal vez en estas latitudes es especialmente así. No hablo del Carnaval de Río, el cual de pequeña llegué a detestar y hoy pienso que algún día hay que estar en vivo allí. Hablo del otro carnaval, el que se festeja a veces hasta con nieve. Justamente pese a la temperatura, el color, la euforia, la alegría se yuxtapone. Las máscaras dejan libre lo que está escondido. Es hasta irónico pero es así. No se habla de "la crisis" y de nada que se le parezca. Todo lo que es conflicto se diluye.
Son días que muchos eligen vivirlos con intensidad. Una pausa para la rutina, una posibilidad para lo diferente.

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