De la misma manera muchos pintores logran atraerme. Gustav Klimt es uno de ellos. Como él interpreta a la mujer, siendo hombre, es subyugante. La combinación de lo etéreo y concreto, la firmeza y sutileza. Ante todas las cosas las infinitas emociones que logra plasmar en los rostros, en las posturas muchas veces con gestos, miradas.
Su famosa obra El beso, hace tiempo que forma parte de mi. Comenzando por la calidez de los colores elegidos. Siguiendo por la magia que ahí reside. Encuentro un sin fin de sentimientos que es mucho más que el erotismo que a primera vista todo el mundo ve. Hay algo más allí, entre esos dos seres, hay ternura, amor, comunión en el sentido más amplio de su palabra, hay armonía y paz. Me conmueve una y otra vez. Será por eso que le dí un lugar especial en mi vida.
Admiro a Klimt por cada línea, por cada tono en esa obra. Cuando la rutina agobia, me enfrento a contemplar cada detalle. Siempre vuelve a pasar por mi mente la pregunta: a pesar de perseguir todo lo que el entorno en definitiva nos exige, no es acaso lo que verdaderamente buscamos, momentos como ese beso?
Su famosa obra El beso, hace tiempo que forma parte de mi. Comenzando por la calidez de los colores elegidos. Siguiendo por la magia que ahí reside. Encuentro un sin fin de sentimientos que es mucho más que el erotismo que a primera vista todo el mundo ve. Hay algo más allí, entre esos dos seres, hay ternura, amor, comunión en el sentido más amplio de su palabra, hay armonía y paz. Me conmueve una y otra vez. Será por eso que le dí un lugar especial en mi vida.
Admiro a Klimt por cada línea, por cada tono en esa obra. Cuando la rutina agobia, me enfrento a contemplar cada detalle. Siempre vuelve a pasar por mi mente la pregunta: a pesar de perseguir todo lo que el entorno en definitiva nos exige, no es acaso lo que verdaderamente buscamos, momentos como ese beso?
