viernes, 29 de febrero de 2008

La espera y la distancia.

Hay momentos, personas, miradas, preguntas, que se pueden transformar en perfectos instantes.
Los motivos pueden ser infinitos. Puede ser un momento irrepetible, una persona especial, una mirada que lo dice todo, una pregunta que te cambia la óptica de tu universo.
Todos esos ejemplos me han pasado y muchos más, pero el más reciente fue esta pregunta:

"Qué cambiará la espera por la distancia?"

Me a tocado tanto una como la otra, siempre defendí a la espera como parte del proceso. Porque "soy del siglo XIX" y mi romanticismo, en algunos casos extremo, me hace pensar y creer que en el esperar es donde más se disfruta lo que está por venir, le damos toda la trascendencia, valor y contenido que queremos. Con todo el riesgo que eso significa.
La distancia fue siempre mi temor, si bien la elegí en algunos casos y se me impuso en otros.
Hoy sé, que no hay nada como lo vivido. No hay distancia que destruya lo que queda grabado en el interior.
En todo caso, simultáneamente cargar con la espera y la distancia es casi un castigo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hermoso, justo, pofundo
lo senti, lo vivi
pienso enti, en tus padre..
carola